lunes, 28 de junio de 2010
Asamblea de Carta Abierta en Esquel
El próximo sabado 3 de julio a las 17 horas en la biblioteca popular Tolkeyén (a confirmar) volvemos a la asamblea de Carta Abierta en Esquel a debatir sobre salud pública en la provincia de Chubut y medios de comunicación locales.
Los esperamos.
lunes, 31 de mayo de 2010
Balance de la visita de Girotti en Esquel: un festejo en continuado
Tras los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, los participantes de Carta Abierta Esquel tuvimos el gusto de compartir relatos , debatir ideas y multiplicar análisis y opiniones con el sociólogo Carlos Girotti, uno de los fundadores del espacio.
A modo de frio inventario, hubo una charla para 150, una asamblea entre varios, bastante de prensa y sobre todo reuniones a casa llena.
No es poco juntar en Esquel más de cien personas de diversos “palos” políticos para intentar debatir sobre políticas públicas y contexto político. Pero si el único registro periodístico de esto es la presencia del algún inesperado debutante en la interna de turno, algo hicimos mal. O más precisamente, mucho queda por trabajar. La independencia se impone entonces como método , antídoto y dogma a la vez , o al menos , como modesta contribución a la imprescindible jeraquización de la política con mayúsculas.
Deconstruyendo estos días quedan en cambio mucho más que números y recuerdos.
En tiempos en los que la neutralidad no es posible, ni el retroceso al pre 2003 tolerable, ¿cómo apoyar políticas concretas (asignación universal) y simbólicas (enroque de cuadros en la rosada y en la ESMA)sin perder capacidad crítica? ¿cómo militar contra la restauración conservadora sin convalidar el poroteo como norma política?
La vuelta del pueblo sobre la fofa conceptualización noventista de la "gente", la necesidad de confiar en los militantes anónimos sobresalieron entre las puntas discursivas de nuestro visitante y quedaron como el balance mas concreto de su presencia en la zona.
P.d: En breve subiremos la charla de Girotti en el Melipal al blog.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Carlos Girotti en Esquel
Carlos Girotti, referente del Espacio Carta Abierta llega a nuestra ciudad el 27 de mayo para participar de multiples actividades.
Desde la formalidad destacamos la charla-debate del viernes 28 a las 19 hs en el melipal sobre: "Politicas públicas y distribución de la riqueza en la Argentina del Bicentenario". Pero sabemos que su visita excederá el marco de "disertante consagrado en gira" para multiplicarse en la de histórico militante que viene a recorrer nuestras calles y compartir nuestros espacios cotidianos de pertenencia .
Agenda de la visita de Carlos Girotti
jueves 27, 22 hs. Radio Nacional Fm"La gran bestia rock"
Viernes 28, 8.30 hs. Canal 4 tv "Panorama 4"
10 hs. Radio Nacional
17 hs. Radio Nacional "Ego non fui"
19 hs. Politicas publicas y distribucion de la riquez en la argentina del
bicentenario" charla debate Alberto Ayape UPSJB y Carlos Girotti
Sabado 29, 17 hs. Asamblea de Carta abierta Esquel en biblioteca Tolkeyen
22 hs. Encuantro con la militancia
Domigo 30, 17 hs Encuentro en Trevelin
Desde la formalidad destacamos la charla-debate del viernes 28 a las 19 hs en el melipal sobre: "Politicas públicas y distribución de la riqueza en la Argentina del Bicentenario". Pero sabemos que su visita excederá el marco de "disertante consagrado en gira" para multiplicarse en la de histórico militante que viene a recorrer nuestras calles y compartir nuestros espacios cotidianos de pertenencia .
Agenda de la visita de Carlos Girotti
jueves 27, 22 hs. Radio Nacional Fm"La gran bestia rock"
Viernes 28, 8.30 hs. Canal 4 tv "Panorama 4"
10 hs. Radio Nacional
17 hs. Radio Nacional "Ego non fui"
19 hs. Politicas publicas y distribucion de la riquez en la argentina del
bicentenario" charla debate Alberto Ayape UPSJB y Carlos Girotti
Sabado 29, 17 hs. Asamblea de Carta abierta Esquel en biblioteca Tolkeyen
22 hs. Encuantro con la militancia
Domigo 30, 17 hs Encuentro en Trevelin
domingo, 23 de mayo de 2010
Declaracion del Bicentenario
Adjuntamos la "Declaracion del Bicnetenario" que presentó el Espacio Carta Abierta el 22 de mayo en la explanada de la Biblioteca Nacional .Cabe destacar que el documento fue redactado en conjunto con otros espacios politicos, sociales y sindicales
Declaración del Bicentenario
"Conmemoramos el Bicentenario de la Argentina sin evocar un pasado mítico pero sabiendo que en los pliegues de su historia persisten memorias de un país para todos, muchas veces extraviado en su propio laberinto y otras arrojado a los poderes de la injusticia. De un país que supo de apasionadas escrituras libertarias y que guarda en sus fibras los nombres propios de los hombres y las mujeres que buscaron construir, individual y colectivamente, los trazos de otra patria. La que buscamos en los signos de esta época que ofrece la posibilidad cierta y urgente de encontrarnos con lo mejor de las tradiciones ancladas en los ideales de igualdad, libertad, justicia y soberanía. Ése es el mayo que nos urge desde hace 200 años.
De la Argentina de las luchas emancipatorias quedan los rastros de los esfuerzos políticos, de los trastrocamientos sociales, de la ruptura del orden colonial, pero también la memoria de lo irresuelto, de las promesas no realizadas, de lo popular sin redención. Es en los hilos de lo pendiente, en la memoria de las voluntades, que pronunciamos el nombre de Argentina, en este Bicentenario.
No lo hacemos en la Argentina del Centenario, ese espejo virtual que los poderes actuales instalan en el lugar de Paraíso Perdido. En aquella Argentina un futuro que se imaginaba dorado, sobre la base de los ganados y las mieses, se proyectaba bajo la égida de un Estado excluyente, con las mayorías silenciadas políticamente y con un mundo popular asolado por la desdicha. El Centenario fue oropeles y visitantes extranjeros, tanto como estado de sitio y lucha callejera. República para pocos y Ley de Residencia. Un modelo de país agroexportador incapaz de proyectarse con autonomía del Imperio Británico y de mirarse en otro espejo que no fuera el de un orden internacional injusto. Jóvenes de clase alta incendiaron un circo plebeyo para que no alterase un paseo tradicional. Esas fogatas prepararon la Semana Trágica y los fusilamientos de la Patagonia, expresiones del odio oligárquico que se descargaría cada vez que el pueblo defendía sus derechos.
No aceptamos volver a la Argentina de 1910. No podemos identificarnos con un país de la desigualdad, el prejuicio y la exclusión. Ni con un país diseñado desde la lógica de los intereses corporativos, que ha venido rapiñando lo público y tratando de disolver lo mejor de las creaciones colectivas, que dieron forma a sistemas de educación y salud equitativos. No es nuestra tradición la que confunde “nación” con “raza” u origen geográfico ni la que reivindicó como causa nacional la aniquilación de pueblos originarios y de sus hombres y mujeres, la servidumbre y el despojo material y cultural, ni estamos dispuestos a tolerar sus abiertas o embozadas formas de persistencia. No queremos que se silencien las voces que desde el fondo de nuestra travesía como nación se expresaron para avanzar hacia una sociedad más igualitaria, ni convertirnos en espectadores que contemplan cómo unos pocos se complacen en sus riquezas mientras los que producen los bienes sociales son reprimidos, acallados o expulsados.
No queremos regresar a los fastos de ese Centenario que sigue persiguiendo como una sombra espectral los sueños de emancipación, como lo hizo en el 30, en el 55, en el 66 y en el 76. Nuestro Bicentenario busca reencontrarse con los trazos que fueron dibujando los sueños de libertad e igualdad del primer Mayo y que debieron sortear incontables dificultades y las peores pesadillas. Somos ese país de sueños y de pesadillas. Se trata de recrear, con nuestra fuerza imaginativa y con inventivas populares, la fuerza emancipatoria del inicio, y las de las múltiples formas de resistencia que en nuestro suelo fueron ejercidas desde la Conquista y la Colonización, sabiéndonos parte de un destino común, entrelazado con el de los pueblos de toda América Latina, sin los cuales no puede pensarse un presente ni un futuro.
El Bicentenario es, fundamentalmente, una conmemoración de esas luchas emancipatorias que en sus mejores momentos tenían menos un destino local que una idea de lo americano. Que tiene su punto de inicio en la revolución de los esclavos haitianos y se consolida recién en 1824. Cuando hoy América Latina traza acuerdos y composiciones, cuando construye Unasur y afianza los compromisos políticos y económicos, cuando procura un destino común, vuelve a proyectarse sobre el fondo de la unidad anunciada en los primeros gritos libertarios, y la Argentina a reencontrarse con el destino que soñó al nacer.
Esta Argentina tiene en su corazón profundo una vida popular que ha sido gravemente dañada y que es, así y todo, potente y creativa. El antiguo pueblo del himno ha sido rehecho por dictaduras atroces, persecuciones violentas, modificaciones profundas de la economía y el Estado, tecnologías y lenguajes comunicacionales capaces de generar las condiciones para que un sentido común amasado entre la dictadura y los años noventa, corroa las fuerzas de nuestra vida social y cultural e inhiba el diálogo activo con el pasado.
Ha sido reconfigurado y avasallado el pueblo. Y sin embargo, ha sido y es el sustrato de las resistencias, la potencia creadora de nuevas formas de vida, de lenguajes, de símbolos, de modos de encuentro, el horizonte de una real autonomía simbólica y política de la nación. Ese pueblo tiene múltiples y heterogéneos rostros políticos, se despliega en organizaciones diversas y en experiencias no siempre concordantes. Los que aquí manifestamos lo hacemos como parte de ese pueblo, como parte de las organizaciones en las que se nuclea y se recrea.
Son los rostros de los trabajadores asalariados y sindicalizados, herederos de los que un 17 de octubre del 45 le dieron forma a sus exigencias de justicia y dignidad en una novedosa articulación política y que en mayo de 1969 hicieron temblar la ciudad de Córdoba. Son también los rostros sufridos de los desocupados que intentan recuperar una trama social devastada por el neoliberalismo y que en los noventa fueron el alma y el cuerpo de las resistencias, esa parte de los incontables que hoy marchan en pos de la equidad y el reconocimiento. Son los rostros de los activistas sociales y de los creadores culturales. Son los rostros de las militancias por los derechos humanos y de los pacientes articuladores de los barrios. Son los rostros de los estudiantes que supieron arrojarse a las luchas populares. Son los rostros de los empresarios comprometidos con ideales de autonomía nacional y los de los profesores y maestros que trajinan diariamente por la educación pública. Son los rostros de los migrantes latinoamericanos que han elegido estas tierras para construir sus propios sueños y de quienes dan testimonio de la expoliación a los pueblos originarios y de la defensa de sus derechos. Y recuerdan que sólo una América Latina de nuevas solidaridades podría alojar esas diferencias sin diluirlas en el relativismo cultural ni trasvasarlas a persistentes racismos. Son los rostros de la desdicha, del temor ante el peligro, de la alegría por la reunión y la voluntad colectiva.
La conmemoración del Bicentenario no puede desligarse de la consideración de ese pueblo que encuentra en estos días una remozada capacidad de movilización callejera y reconocimiento público. El futuro de la Argentina depende de la atenta vigilia popular, una vigilia hecha de alerta y compromiso, de reacción frente al peligro y de entusiasmos compartidos. Mucho se ha hecho en estos años del siglo XXI para restañar la vida popular dañada. Todos deben saber -todas las dirigencias políticas y sociales- que ningún retroceso es aceptable. Que este pueblo tiene compromisos profundos con las transformaciones realizadas y las faltantes y que encontrará en la memoria de sus luchas pasadas y en las necesidades del presente, la fuerza para resistir cualquier intento de restauración conservadora. No hay vuelta atrás que pueda resultarnos tolerable. No hay interrupción que consideremos viable. La Argentina actual, capaz de enjuiciar los crímenes del pasado y generar políticas de reparación para las desigualdades contemporáneas, no puede ser suprimida por los agentes de la reacción.
Deben ser conjuradas las maniobras de quienes conspiran en las sombras y agitan desde los espacios mediáticos. Pero también resguardar al país de la corrosión de sus lenguajes y de una sensibilidad social, cultural y política menguada en sus capacidades críticas y creativas, como de los condicionamientos en los modos de vida y de pensamiento impuestos por las culturas imperiales. Sabemos que no se sale indemne de las heridas infringidas por los poderes de la dominación y que las diversas formas de la injusticia, la humillación y la fragmentación marcaron a fuego el tejido social. Pero también percibimos que algo poderoso vuelve a manifestarse en la patria de todos. En la particular situación de América Latina en estos inicios del siglo XXI, este pueblo, hecho de memoria y de presente, escrito su cuerpo por las mil escrituras de la resistencia, las derrotas y los sueños, tiene la potencia de realizar ese llamado ante los peligros y la afirmación de su resistencia ante toda forma de la devastación.
El estado de este pueblo es, hoy, la vigilia: apuesta a la defensa de las reparaciones alcanzadas y a la perseverante insistencia en lo pendiente. Si es capaz de mirar al pasado de la nación e inspirarse en la épica americanista de los revolucionarios de mayo, lo hará porque su realización está en las señales del presente y en la apuesta al futuro. Tiene ante sí el desafío de dar lugar a lo nuevo que surge y de contribuir a que se extiendan y fortalezcan los modos en que los argentinos deciden vivir su libertad para afianzar la de todos. Estamos convocando a un acto de emancipación, capaz no sólo de enfrentar las trabas que interponen, ayer como hoy, los intereses poderosos, sino de proponer nuevas soluciones imaginativas y nuevos objetivos que estén a la altura de una sociedad enfrentada al desafío acuciante de ser más equitativa. Y a través del ejercicio de la libertad, de la participación y de la movilización, a llevar a cabo las grandes tareas pendientes, particularmente las que conducen a enfrentar las desigualdades sociales que persisten como una llaga que no se cierra –tareas cuyas señales han sido dadas en estos últimos tiempos-. Un mayo de la equidad y de la igualdad, un mayo en el que la riqueza sea mejor distribuida entre todos los habitantes de esta tierra.
Por todo esto convocamos, con el entusiasmo y la pasión que emanan de nuestra historia compartida, a emprender las transformaciones estructurales y culturales que se necesitan para contrarrestar el saldo de décadas de deterioro y desguace, y avanzar hacia nuevos modos de relación entre los ciudadanos, la política y el Estado. Somos esos sueños y esas múltiples y diversas experiencias sin las cuales no podríamos imaginar un futuro. Conmemorar el Bicentenario implica tomar nota de lo nuevo y convocar lo existente hacia una profundización de la democracia. Los hombres de Mayo tuvieron ante sí la tarea de construir una nación despojada de la herencia colonial. Lo hicieron en parte y la situación de América Latina exige la continuidad de ese esfuerzo. Como para ellos antes, para nosotros hoy no hay retroceso tolerable y sí un enorme desafío histórico: la construcción de una sociedad emancipada y justa".
Declaración del Bicentenario
"Conmemoramos el Bicentenario de la Argentina sin evocar un pasado mítico pero sabiendo que en los pliegues de su historia persisten memorias de un país para todos, muchas veces extraviado en su propio laberinto y otras arrojado a los poderes de la injusticia. De un país que supo de apasionadas escrituras libertarias y que guarda en sus fibras los nombres propios de los hombres y las mujeres que buscaron construir, individual y colectivamente, los trazos de otra patria. La que buscamos en los signos de esta época que ofrece la posibilidad cierta y urgente de encontrarnos con lo mejor de las tradiciones ancladas en los ideales de igualdad, libertad, justicia y soberanía. Ése es el mayo que nos urge desde hace 200 años.
De la Argentina de las luchas emancipatorias quedan los rastros de los esfuerzos políticos, de los trastrocamientos sociales, de la ruptura del orden colonial, pero también la memoria de lo irresuelto, de las promesas no realizadas, de lo popular sin redención. Es en los hilos de lo pendiente, en la memoria de las voluntades, que pronunciamos el nombre de Argentina, en este Bicentenario.
No lo hacemos en la Argentina del Centenario, ese espejo virtual que los poderes actuales instalan en el lugar de Paraíso Perdido. En aquella Argentina un futuro que se imaginaba dorado, sobre la base de los ganados y las mieses, se proyectaba bajo la égida de un Estado excluyente, con las mayorías silenciadas políticamente y con un mundo popular asolado por la desdicha. El Centenario fue oropeles y visitantes extranjeros, tanto como estado de sitio y lucha callejera. República para pocos y Ley de Residencia. Un modelo de país agroexportador incapaz de proyectarse con autonomía del Imperio Británico y de mirarse en otro espejo que no fuera el de un orden internacional injusto. Jóvenes de clase alta incendiaron un circo plebeyo para que no alterase un paseo tradicional. Esas fogatas prepararon la Semana Trágica y los fusilamientos de la Patagonia, expresiones del odio oligárquico que se descargaría cada vez que el pueblo defendía sus derechos.
No aceptamos volver a la Argentina de 1910. No podemos identificarnos con un país de la desigualdad, el prejuicio y la exclusión. Ni con un país diseñado desde la lógica de los intereses corporativos, que ha venido rapiñando lo público y tratando de disolver lo mejor de las creaciones colectivas, que dieron forma a sistemas de educación y salud equitativos. No es nuestra tradición la que confunde “nación” con “raza” u origen geográfico ni la que reivindicó como causa nacional la aniquilación de pueblos originarios y de sus hombres y mujeres, la servidumbre y el despojo material y cultural, ni estamos dispuestos a tolerar sus abiertas o embozadas formas de persistencia. No queremos que se silencien las voces que desde el fondo de nuestra travesía como nación se expresaron para avanzar hacia una sociedad más igualitaria, ni convertirnos en espectadores que contemplan cómo unos pocos se complacen en sus riquezas mientras los que producen los bienes sociales son reprimidos, acallados o expulsados.
No queremos regresar a los fastos de ese Centenario que sigue persiguiendo como una sombra espectral los sueños de emancipación, como lo hizo en el 30, en el 55, en el 66 y en el 76. Nuestro Bicentenario busca reencontrarse con los trazos que fueron dibujando los sueños de libertad e igualdad del primer Mayo y que debieron sortear incontables dificultades y las peores pesadillas. Somos ese país de sueños y de pesadillas. Se trata de recrear, con nuestra fuerza imaginativa y con inventivas populares, la fuerza emancipatoria del inicio, y las de las múltiples formas de resistencia que en nuestro suelo fueron ejercidas desde la Conquista y la Colonización, sabiéndonos parte de un destino común, entrelazado con el de los pueblos de toda América Latina, sin los cuales no puede pensarse un presente ni un futuro.
El Bicentenario es, fundamentalmente, una conmemoración de esas luchas emancipatorias que en sus mejores momentos tenían menos un destino local que una idea de lo americano. Que tiene su punto de inicio en la revolución de los esclavos haitianos y se consolida recién en 1824. Cuando hoy América Latina traza acuerdos y composiciones, cuando construye Unasur y afianza los compromisos políticos y económicos, cuando procura un destino común, vuelve a proyectarse sobre el fondo de la unidad anunciada en los primeros gritos libertarios, y la Argentina a reencontrarse con el destino que soñó al nacer.
Esta Argentina tiene en su corazón profundo una vida popular que ha sido gravemente dañada y que es, así y todo, potente y creativa. El antiguo pueblo del himno ha sido rehecho por dictaduras atroces, persecuciones violentas, modificaciones profundas de la economía y el Estado, tecnologías y lenguajes comunicacionales capaces de generar las condiciones para que un sentido común amasado entre la dictadura y los años noventa, corroa las fuerzas de nuestra vida social y cultural e inhiba el diálogo activo con el pasado.
Ha sido reconfigurado y avasallado el pueblo. Y sin embargo, ha sido y es el sustrato de las resistencias, la potencia creadora de nuevas formas de vida, de lenguajes, de símbolos, de modos de encuentro, el horizonte de una real autonomía simbólica y política de la nación. Ese pueblo tiene múltiples y heterogéneos rostros políticos, se despliega en organizaciones diversas y en experiencias no siempre concordantes. Los que aquí manifestamos lo hacemos como parte de ese pueblo, como parte de las organizaciones en las que se nuclea y se recrea.
Son los rostros de los trabajadores asalariados y sindicalizados, herederos de los que un 17 de octubre del 45 le dieron forma a sus exigencias de justicia y dignidad en una novedosa articulación política y que en mayo de 1969 hicieron temblar la ciudad de Córdoba. Son también los rostros sufridos de los desocupados que intentan recuperar una trama social devastada por el neoliberalismo y que en los noventa fueron el alma y el cuerpo de las resistencias, esa parte de los incontables que hoy marchan en pos de la equidad y el reconocimiento. Son los rostros de los activistas sociales y de los creadores culturales. Son los rostros de las militancias por los derechos humanos y de los pacientes articuladores de los barrios. Son los rostros de los estudiantes que supieron arrojarse a las luchas populares. Son los rostros de los empresarios comprometidos con ideales de autonomía nacional y los de los profesores y maestros que trajinan diariamente por la educación pública. Son los rostros de los migrantes latinoamericanos que han elegido estas tierras para construir sus propios sueños y de quienes dan testimonio de la expoliación a los pueblos originarios y de la defensa de sus derechos. Y recuerdan que sólo una América Latina de nuevas solidaridades podría alojar esas diferencias sin diluirlas en el relativismo cultural ni trasvasarlas a persistentes racismos. Son los rostros de la desdicha, del temor ante el peligro, de la alegría por la reunión y la voluntad colectiva.
La conmemoración del Bicentenario no puede desligarse de la consideración de ese pueblo que encuentra en estos días una remozada capacidad de movilización callejera y reconocimiento público. El futuro de la Argentina depende de la atenta vigilia popular, una vigilia hecha de alerta y compromiso, de reacción frente al peligro y de entusiasmos compartidos. Mucho se ha hecho en estos años del siglo XXI para restañar la vida popular dañada. Todos deben saber -todas las dirigencias políticas y sociales- que ningún retroceso es aceptable. Que este pueblo tiene compromisos profundos con las transformaciones realizadas y las faltantes y que encontrará en la memoria de sus luchas pasadas y en las necesidades del presente, la fuerza para resistir cualquier intento de restauración conservadora. No hay vuelta atrás que pueda resultarnos tolerable. No hay interrupción que consideremos viable. La Argentina actual, capaz de enjuiciar los crímenes del pasado y generar políticas de reparación para las desigualdades contemporáneas, no puede ser suprimida por los agentes de la reacción.
Deben ser conjuradas las maniobras de quienes conspiran en las sombras y agitan desde los espacios mediáticos. Pero también resguardar al país de la corrosión de sus lenguajes y de una sensibilidad social, cultural y política menguada en sus capacidades críticas y creativas, como de los condicionamientos en los modos de vida y de pensamiento impuestos por las culturas imperiales. Sabemos que no se sale indemne de las heridas infringidas por los poderes de la dominación y que las diversas formas de la injusticia, la humillación y la fragmentación marcaron a fuego el tejido social. Pero también percibimos que algo poderoso vuelve a manifestarse en la patria de todos. En la particular situación de América Latina en estos inicios del siglo XXI, este pueblo, hecho de memoria y de presente, escrito su cuerpo por las mil escrituras de la resistencia, las derrotas y los sueños, tiene la potencia de realizar ese llamado ante los peligros y la afirmación de su resistencia ante toda forma de la devastación.
El estado de este pueblo es, hoy, la vigilia: apuesta a la defensa de las reparaciones alcanzadas y a la perseverante insistencia en lo pendiente. Si es capaz de mirar al pasado de la nación e inspirarse en la épica americanista de los revolucionarios de mayo, lo hará porque su realización está en las señales del presente y en la apuesta al futuro. Tiene ante sí el desafío de dar lugar a lo nuevo que surge y de contribuir a que se extiendan y fortalezcan los modos en que los argentinos deciden vivir su libertad para afianzar la de todos. Estamos convocando a un acto de emancipación, capaz no sólo de enfrentar las trabas que interponen, ayer como hoy, los intereses poderosos, sino de proponer nuevas soluciones imaginativas y nuevos objetivos que estén a la altura de una sociedad enfrentada al desafío acuciante de ser más equitativa. Y a través del ejercicio de la libertad, de la participación y de la movilización, a llevar a cabo las grandes tareas pendientes, particularmente las que conducen a enfrentar las desigualdades sociales que persisten como una llaga que no se cierra –tareas cuyas señales han sido dadas en estos últimos tiempos-. Un mayo de la equidad y de la igualdad, un mayo en el que la riqueza sea mejor distribuida entre todos los habitantes de esta tierra.
Por todo esto convocamos, con el entusiasmo y la pasión que emanan de nuestra historia compartida, a emprender las transformaciones estructurales y culturales que se necesitan para contrarrestar el saldo de décadas de deterioro y desguace, y avanzar hacia nuevos modos de relación entre los ciudadanos, la política y el Estado. Somos esos sueños y esas múltiples y diversas experiencias sin las cuales no podríamos imaginar un futuro. Conmemorar el Bicentenario implica tomar nota de lo nuevo y convocar lo existente hacia una profundización de la democracia. Los hombres de Mayo tuvieron ante sí la tarea de construir una nación despojada de la herencia colonial. Lo hicieron en parte y la situación de América Latina exige la continuidad de ese esfuerzo. Como para ellos antes, para nosotros hoy no hay retroceso tolerable y sí un enorme desafío histórico: la construcción de una sociedad emancipada y justa".
miércoles, 14 de abril de 2010
Ley de servicios de comunicacion audiovisual ,democracia , legitimidad y contenidos
Que la llamada ley de medios es una ley de la democracia es tan cierto como que no todas las leyes de la democracia motivan popularmente a su defensa (cada uno piense el ejemplo que mejor le cierre) . Desde ya que no es un hecho menor que la contrapartida sea una norma de la dictadura emparchada entre otros por el menemato , pero quizás sean su contenido y legitimidad social lo que mas nos motivan a convocar en su apoyo. Contenidos ampliamente debatidos aun desde antes del primer gobierno Kirchnerista. Legitimidad nacida en su marca de origen transversal y popular y multiplicada en cada foro o discusión dados a lo ancho del país.
Por que creemos que seguir construyendo la legitimidad social de la ley es nuestra principal arma contra los interesesmezquinos que se le oponen , convocamos hoy 15 de abril a las 17 30 hs en la plaza San Martín para sumarse a las actividades de la coordinadora en defensa de ley de medios en Esquel.
Por que creemos que seguir construyendo la legitimidad social de la ley es nuestra principal arma contra los interesesmezquinos que se le oponen , convocamos hoy 15 de abril a las 17 30 hs en la plaza San Martín para sumarse a las actividades de la coordinadora en defensa de ley de medios en Esquel.
viernes, 5 de marzo de 2010
La salud de la republica
El truco de siempre otra vez.
Jugar a defender las instituciones republicanas como prolegómeno del bastardeo de las mismas por los auto-proclamados defensores.
Es claro que el gobierno no es un adalid de la instrucción cívica, pero la variopinta oposición demostró que no tiene prurito en saltar cualquier limite cuando los números están de su lado .
La pecaminosa borocotización de ayer es la estirpe republicana de hoy, no solo en Cleto sino en toda una pléyade de legisladores , que asumieron bancas en 2007 de la mano de el FPV y ahora engordan la nueva y exigua mayoría parlamentaria .
Falsa mayoría por cierto, que no solo esta lejos de un proyecto común de país , sino que no puede ni plasmarse en foto.
El conglomerado opositor parlamentario inclusive, llega a ser lo suficientemente desopilante como para ver a terribles adversarios provinciales unidos en la cruzada republicana antik .Como muestra, sobra un Chubut, donde dasnevistas y radicales que en la provincia distan de simular ser siquiera cordiales comparten espacio en la la "liga nacional".
¿El conflicto es entonces por la salud de la república? ¿Será el tan mentado duelo entre dos modelos de país? ¿O será que nuestro país no puede permitirse siquiera un gobierno popular y tibiamente distributivo (amén de contradictorio y con algunas zonas claramente oscuras)?
Entre tantas preguntas sin respuestas solo sobrevuela una certeza. A la hipotética caída K (ahora o en 2011) solo puede seguirla una derecha que quizás haga añorar los 90. Desde el campo popular no podemos desconocerlo.
Jugar a defender las instituciones republicanas como prolegómeno del bastardeo de las mismas por los auto-proclamados defensores.
Es claro que el gobierno no es un adalid de la instrucción cívica, pero la variopinta oposición demostró que no tiene prurito en saltar cualquier limite cuando los números están de su lado .
La pecaminosa borocotización de ayer es la estirpe republicana de hoy, no solo en Cleto sino en toda una pléyade de legisladores , que asumieron bancas en 2007 de la mano de el FPV y ahora engordan la nueva y exigua mayoría parlamentaria .
Falsa mayoría por cierto, que no solo esta lejos de un proyecto común de país , sino que no puede ni plasmarse en foto.
El conglomerado opositor parlamentario inclusive, llega a ser lo suficientemente desopilante como para ver a terribles adversarios provinciales unidos en la cruzada republicana antik .Como muestra, sobra un Chubut, donde dasnevistas y radicales que en la provincia distan de simular ser siquiera cordiales comparten espacio en la la "liga nacional".
¿El conflicto es entonces por la salud de la república? ¿Será el tan mentado duelo entre dos modelos de país? ¿O será que nuestro país no puede permitirse siquiera un gobierno popular y tibiamente distributivo (amén de contradictorio y con algunas zonas claramente oscuras)?
Entre tantas preguntas sin respuestas solo sobrevuela una certeza. A la hipotética caída K (ahora o en 2011) solo puede seguirla una derecha que quizás haga añorar los 90. Desde el campo popular no podemos desconocerlo.
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